13/2/16

La bulimia y la anorexia [13-2-16]



La bulimia y la anorexia

Al pensar en bulimia y anorexia automáticamente nos remitimos a los conceptos de “obsesión por la imagen”, “complejos” y “disconformidad corporal”.
Bien se sabe que las dos enfermedades son clasificadas dentro de los llamados “desórdenes de alimentación”. Se ha dicho reiteradas veces que también son desencadenadas por problemas emocionales y de adaptación al medio. Se han dicho muchas cosas y hay millones de libros escritos sobre el tema, desde análisis clínicos y psiquiátricos novela y autobiografías. Lo que se deja de lado es que ambas enfermedades no siempre se originan a causa de un complejo que tiene una persona sobre su propio cuerpo (distorsión de la imagen) o causas por tontos modas que imponen estilos y maneras predeterminadas de concebir la imagen femenina y recientemente también masculina. El hecho es que anoréxicas y bulímicas han existido siempre, la diferencia está en que hoy quizás vivimos en un mundo donde las patologías son más emergentes o más “comunes” que en otras épocas.

Tengo la sensación de que también las enfermedades se desatan de manera vertiginosa por modismos. Está de moda ser delgada, anoréxica y bulímica. Está absolutamente permitido desahogarse mediante vómitos y fomentar estos hábitos mediante los estrechos esquemas que nos imponen.

El hombre hace a la cultura y ésta a su vez a él. El intercambio y la construcción son recíprocos. Todo es permitido por eso nos parece normal. El anormal es comúnmente “normal” en este mundo que hacemos y deshacemos en cuestión de segundos. Pero mis preguntas van más allá de la bulimia, la anorexia o cualquier otra patología actual. Mis preguntas se refieren a la “adicción”, y me refiero a la no dicción de palabras, no a la ingesta de sustancias nocivas. Hemos aprendido a manejarse mediante la imagen, todo pasa ante nuestros ojos, todo tiene que ser tocado, experimentado, sentido, vivido, palpado. Lo que no se ve no existe. Lo que no se siente no se valora. Es simple, hemos creado un culto a la imagen, dejando de lado el valor interpersonal que se construye mediante la palabra escrita y hablada. Si no hay palabras no hay mirada, ambas se sostienen en la existencia del otro que tengo al lado. Por no haber mirada no hay admiración, tan sólo una manera grotesca y efímera de observar el mundo y todo lo que él contiene.

¿Resignarse?, Reveló?, Callar?, ¿Cuál es la salida? La salida es el cambio interno, la voluntad fundada en el amor propio y por, sobre todo, las ganas que uno tenga de vivir en un mundo más sano.

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